martes, 10 de marzo de 2009

SÓCRATES, SU CONTEXTO Y SU PENSAMIENTO.

Sócrates (nace 470 a.c, se desconoce la fecha exacta de su muerte) aparece en la historia de la filosofía como uno de los personajes con mayor relevancia. A pesar de no haber escrito nunca ningún texto, influyó de tal manera en la filosofía por su ética (ética socrática) y su innovador método (la Mayéutica), que no se puede hablar de la historia de la filosofía sin hacer mención obligada de él.

Sócrates surge como figura una vez que se termina la época de los presocráticos (naturalistas, teóricos y humanistas), en esta última etapa, se dio gran importancia a la política, al derecho y a los estudios sobre cómo construir un mejor Estado o polis. Recordemos que los sofistas, los “sabios” de la época imponen la retórica a la hora de actuar en lugar de argumentos convincentes y coherentes. Estos sofistas eran personajes admirados por los demás, pues “manejaban” muchos conocimientos.

Sócrates es el primer personaje en enfrentarlos y criticarlos públicamente por estos pseudos conocimientos. Ellos decían saber de todo, de política, de arte, de ciencias, de religión, en fin, de todo. En cambio Sócrates lanza la expresión tan conocida “sólo sé que nada sé”, en esta declaración se entiende la ironía, pues al reconocerse ignorante en ciertos aspectos o temas, está mostrando su sabiduría y su grandeza. Es más sabio que los sofistas, por cuanto no presume de aquello que desconoce, y los sofistas presumían ser sabios, cuando en realidad manejaban sólo algunas áreas de conocimiento. Ésa es la diferencia entre un sabio y un charlatán.

Sin embargo, Sócrates, reconoce en ellos un poder de oratoria claro y evidente, pero cuestiona los fines con que utilizan esta técnica. Además los sofistas cobraban por sus enseñanzas, es decir, cobraban por enseñar a cómo mentir y “engatusar” a las personas para conseguir que se adhirieran a sus pensamientos (especialmente a los políticos). Tal como hoy, los del vulgo, los incultos o con poco conocimiento o información, los que no poseen pensamientos propios con fundamentos, son las presas fáciles y rápidas de palabrerías, de discursos emotivos o falaces.

Estas acciones llevaron a que este desatacado filósofo fuera acusado y condenado de manera injusta. Su ética que ha sido difundida, se expresa de la siguiente manera: “Es preferible padecer una injusticia, entes que cometerla”. Sócrates aceptó y acató su condena sin escapar de ella, por honor y por amor a la verdad y a sus convicciones. No aceptó sobornos, ni el exilio que le propusieron, el destierro era una deshonra, tampoco aceptó la fuga, ni la fianza que sus amigos querían pagar para que escapara de aquel destino. Su muerte se produce bebiendo el veneno llamado cicuta que le dieron en su celda, el cual provoca una muerte lenta y de efecto paralizador o de adormecimiento de su cuerpo, desde sus pies hasta que llega al corazón, el cual se detiene o se paraliza y deja de cumplir su función vital, provocando el deceso de quien lo consume.

Señalamos que Sócrates nunca escribió ningún texto, cabe preguntarse entonces, ¿cómo se conoce su pensamiento y su doctrina? La respuesta es simple, su discípulo Platón, recopiló sus dichos, sus reflexiones y su vida en sus diálogos y sus textos. Es por medio de Platón que conocemos el pensar de Sócrates.

Sócrates usaba como método para hacer filosofía la MAYÉUTICA, una técnica oral que consiste en dialogar, en conversar e interrogar a los interlocutores sobre la definición de algún concepto que le interesara.

Sócrates partía de la pregunta ¿Qué es XX? Buscaba una definición universal de las cosas, y para ello recopilaba la información, la opinión y los argumentos de los demás, de esas respuestas, rescataba aquellos argumentos más convincentes y de ese modo iba mejorando, perfeccionando sus respuestas. Nótese la relevancia del diálogo, de escuchar y discernir lo verdadero de lo falso. Su objetivo era encontrar definiciones universales, pero con esta técnica se da cuenta que siempre una definición puede ser mejorada. Por lo tanto el diálogo como fuente de conocimiento y de humanización es fundamental.

En el texto “La Apología de Sócrates” (Escrito por Platón) se narran las acusaciones recibidas por Sócrates, su defensa, el juicio y su muerte, y de este texto, se deriva su ética. De sus seguidores, el principal es Platón, quien sí escribió textos, principalmente diálogos llenos de poesía y metáforas. Son textos de gran valor literario y se dividen en diálogos de Juventud, madurez y vejez. Platón funda la Academia de Atenas (una especie de escuela) en la cual había la siguiente inscripción en la entrada: “Nadie entra aquí si no sabe geometría” ¿cuántos de nosotros hubiésemos quedado afuera por esta exigencia? …


¿A qué conducen las discusiones y las controversias?

El hombre es capaz de rectificar sus equivocaciones por la discusión y la experiencia. No por la experiencia solamente: es necesaria la discusión para mostrar cómo debe interpretarse la experiencia. Las opiniones y las costumbres ceden gradualmente ante los hechos y los argumentos; pero para que los hechos y los argumentos produzcan alguna impresión sobre el espíritu es necesario que se expongan.

Muy pocos hechos pueden decirnos su historia sin los comentarios convenientes para evidenciar su significación. Toda la fuerza y el valor del juicio del hombre descansan sobre la propiedad que posee de poder rectificar su camino cuando se extravía; no podemos, por consiguiente, conceder a los hombres alguna confianza más que cuando se hallan en condiciones de poder rectificar sus juicios con facilidad.

¿Por qué procedimientos llega un hombre a este resultado? Pues tan sólo prestando atención a toda crítica formulada sobre sus opiniones y sus actos y teniendo por costumbre escuchar todo lo que contra él pudiera decirse, aprovechándolo siempre que sea justo, y presentando en ocasiones a su propio criterio y al de los demás la falsedad de lo que no es más que un sofisma, y comprendiendo que el único medio que el ser humano tiene a su alcance para llegar al conocimiento completo de algo es escuchar lo que puedan decir las personas de opiniones diversas, y estudiar todos los aspectos en que puede considerarse por las diferentes clases o modos de ser del espíritu humano.

Jamás ningún sabio llegó a adquirir su ciencia de otro modo, ni hay en la naturaleza de la inteligencia otro procedimiento para conocer la verdad. El hábito constante de corregir y completar su opinión, comparándolas con otras, lejos de causar duda y vacilación para ponerla en práctica, es el único fundamento estable de una justa confianza en dicha opinión
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En efecto, el hombre prudente que conoce todo lo que puede decirse contra él, según todas las hipótesis probables; que ha asegurado su posición contra cualquier adversario, que, lejos de evitar las objeciones y las dificultades, las ha buscado, y no ha desperdiciado nada de lo que pudiera darle luz sobre la materia, tiene derecho a pensar que su juicio vale más que el de cualquier otra persona o que el de la multitud que no ha procedido de este modo.

Es extraño que los hombres reconozcan el valor de los argumentos a favor de la libertad de discusión y que les repugne llevarlos hasta su última consecuencia, no advirtiendo que, si las razones no son buenas para un caso extremo, no valen nada en ningún otro momento. También es de extrañar que, no proclamándose infalibles, cuando reconocen que la discusión debe ser libre sobre todo aquello que aparezca dudoso, pretendan al mismo tiempo colocar por encima de toda discusión una doctrina o un punto particular por ser verdaderamente cierto. Tener algo por cierto, mientras exista un solo ser que lo negaría si pudiera, pero a quien se le impide hacerlo, es afirmar que nosotros somos jueces de la verdad, pero jueces que resuelven la cuestión sin escuchar a una de las partes.

J. S. Mill, “De la libertad de pensamiento y discusión”

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